Dienstag, 27. Mai 2008

CHARLES BUKOWSKY


Traducción: Rafael Marcelo Arteaga

Parte dos



Memoria de una sonrisa

Había sobre la mesa un tazón con pececitos dorados
que giraban y giraban junto a las gruesas cortinas
que cubrían la ventana.
y mi madre, siempre sonriendo,
esperando ver felices a todos, me dijo: sonríe, Henry.
y tenía razón. es mejor ser feliz, mientras se puede.
mi padre la golpeaba
-igual a mí- varias veces por semana,
rabiando en sus seis pies de alto
sin lograr entender que lo ardía en su interior.

mi madre, pobre pez, queriendo siempre ser feliz,
golpeada dos o tres veces a la semana,
repitiéndome a cada paso: sonríe, Henry.
por qué no sonríes?
luego me enseñó cómo sonreír
y fue la sonrisa más triste que yo alguna vez pude ver.

un día los peces murieron
y flotaban de lado en el agua,
con los ojos abiertos aún

hasta que llegó mi padre a casa y los arrojó al gato
en el piso de la cocina
mientras los dos mirábamos sonreír a mi madre.


A tu salud, Chinaski

Cerca de los 70
yo recibo cartas, postales, pequeños regalos
de gente desconocida.
felicitaciones! me dicen.
felicitaciones!
y yo se bien
lo que ellos piensan de mí:
de la forma como he llegado aquí hace mucho
que debí estar muerto en medio camino.

he vivido los extremos hasta llegar
a los espacios de la locura
y aún sigo aquí
empujando adelante esta máquina
en esta habitación llena de humo
este tarro azul de desperdicios a mi izquierda
lleno de recipientes vacíos
que los médicos no hallan explicación
y que los dioses guardan silencio.

felicitaciones, muerte
por tu paciencia.
yo te ayudé en todo cuanto pude
y hoy déjame escribir otro poema
luego un paseo en el balcón:
qué hermosa es la noche allí!
estoy en pantalones cortos y calcetines,
siento un cosquilleo en mi viejo vientre,
abro y cierro los ojos
donde comienza la oscuridad:
fue el infierno en un juego de locos.


Palabras con John Fante al atardecer

dijo: "yo estuve en Hollywood cuando Faulkner trabajaba en Hollywood
y él era el peor: bebía en exceso, se levantaba al final del atardecer
y yo tuve que ayudarle a subir cada día en el taxi.
pero cuando él se fue de Hollywood
yo permanecí aquí y mientras no bebí lo suficiente
no tuve la fortaleza de seguirle y de abandonar toda esta miseria".
yo le dije: usted escribe tan bien como Faulkner.
qué significa ello?,
preguntó, sonriendo, desde la cama de hospital.

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