Donnerstag, 24. Februar 2011

REVOLUCIÓN Y NEGOCIOS

Traducción: Rafael M. Arteaga

“¡No estoy viajando a Venezuela, estoy aquí, con mi pueblo! ¡Combatiré hasta derramar la última gota de sangre! ¡Viva la revolución y el socialismo! 

Gritó al Gadafi hace pocas horas ante las cámaras de la televisión estatal. E igual que Mubarak en Egipto, hace dos semanas, ordenó suspender la transmisión de toda señal privada, disparar contra los manifestantes y pronto murieron 22 personas aquel día. Luego ordenó bombardear la ciudad.

Este discurso y sucesos en Libia me recuerdan de modo inexorable al 30 de septiembre del 2010, en Ecuador. La destrucción y saqueo de Libia a manos de un “revolucionario” -y sus seguidores- en el poder desde hace 42 años. He aquí una traducción de primera mano de un artículo del Tages Anzeiger del 23 de febrero del 2011.


El Clan Gadafi: Una familia irremediablemente destruida.

El dictador y sus seguidores tuvieron acceso directo a los negocios más lucrativos del país. Los hijos de Gadafi son enemigos a muerte.
          
El clan del dictador libio Mamar al-Gadafi está inexorablemente dividido después de los informes de los medios sobre la caída del gran imperio de negocios, informó el miércoles el Financial Times, de Gran Bretaña, citando un telegrama de diplomáticos de EE.UU., que publicó Wikileaks. El documento de mayo de 2006 demuestra que Gadafi, su familia y seguidores  tienen acceso directo a los negocios más lucrativos del país." El clan “acapara el sector petrolero y el gas, las telecomunicaciones, infraestructura, hotelería, medios de comunicación y bienes de consumo", citó el diario de acuerdo a los informes de Wikileaks.

En otro documento de EE.UU. de marzo del 2009, informa como ejemplo la "guerra a muerte" entre los vástagos de Gadafi, lo que daría suficiente combustible para escribir una ópera de perra gorda libia, dice el telegrama. Los hijos de Gadafi, según el documento, obtuvieron grandiosos ingresos de las empresas petroleras nacionales, como también de las subsidiarias dedicadas al procesamiento de petróleo.

Todo queda en familia

El segundo hijo, Seif al-Islam, y su consorcio one-nine Group tiene negocios en la industria petrolera, cita el telegrama. Aisha Muammar, la hija del dictador, en cambio, tiene vínculos con las industrias de energía y construcción, y el hijo mayor,
Mohammed, es proveedor de la empresa nacional de telecomunicaciones e Internet. Mientras el tercer hijo, Saadi, siguiendo el informe de los diplomáticos de EE.UU. pasa muy ocupado con "su equipo de fútbol, el Comité Olímpico y su carrera militar." También estuvo involucrado en una disputa familiar sobre la licencia de la transnacional Coca-Cola – sigue el telegrama-, "una historia muy, pero muy oscura."

Pedido de embargo

Transparencia Internacional pidió una investigación de expertos internacionales; hasta tanto, las posesiones del clan Gadafi deberían ser confiscadas, dijo el presidente del Financial Times Huguette Lavalle.

Montag, 21. Februar 2011

EMPRESARIOS Y POLITICOS

Caricatura de Juan Carlos Argüelles, Argentina
 
En Ecuador hay una fórmula para volverse ricos de modo fácil, para llenarse prestigio en un escenario lleno de sombras, y es vistiendo la camiseta de “revolucionarios”ya no es el hombre simple que empezó arreglando relojes en una transitada calle de New York, hace siglo y medio, que con visión de futuro y habilidad para hacer negocios, fundó y creció su empresa de fabricación de autos, hasta volverla dinámica, eficiente y capaz de competir -en presupuestos y gastos- con el mismo estado, como fue Henry Ford en Norteamérica. O Luis Noboa, en Ecuador, el mismo que en la adolescencia era peón en las plantaciones de banano, hasta llegar a ser uno de los más grandes exportadores de fruta en el mundo.  
Los empresarios de hoy saben que la mejor manera de crecer sus fortunas es ingresando al torrente sanguíneo de la nación para, desde allí, controlar los hilos de la política, manipular leyes y generosos contratos a su favor. A ellos mismos no les interesa estar frente a HYPERLINK "http://www.blogger.com/goog_432232273"un puesto público, HYPERLINK "http://www.eluniverso.com/2011/02/18/1/1355/indagan-2-asambleistas-jueces-constitucionales.html?p=1355&m=861"algo tan deprimente y aburrido, sin espacio siquiera o tiempo en sus apretadas carteras de negocios y, además, porque para ello están los políticos de profesión; esa clase social que no defiende ni profesa ideología alguna, más que su instinto de sobrevivir y de mantenerse a flote con cualquier caudillo de turno.
Ocupados en el cultivo de la imagen, llenos de privilegios que brinda el ejercicio del poder, de retorica y tesis antiguas aprendidas de memoria desde hace dos mil años, son las prostitutas de una tendencia política o económica en boga, que con sus cuerpos, sus palabras llenan de magia el salón, bailan, venden y arreglan el precio por sus servicios con el cliente, pero el que engorda su cartera es el dueño del prostíbulo.
Apéndices de un sistema económico, considerado –en silencio- por ellos, como injusto; a veces humillados por las clases dominantes, la de los empresarios, antes los terratenientes y sus ramificaciones fuertemente trabadas hoy en el mapa político; incapaces de competir con ellos debido a su escasa o nula habilidad en negocios, o al tamaño de sus fortunas, no perderán la ocasión de demostrar que están preparados para triunfar en las tareas confiadas por el actual presidente, mientras éste les garantice estabilidad, ascensos y posibilidades de visitar a menudo Carondelet.
Ellos no cuestionan si el máximo líder es eficiente o correcto en su actuar frente a la nación. Ni siquiera se atreven a alzar la voz. Sus pasos no están guiados por los ideales aprendidos en las aulas junto a sus maestros, en los libros. Alcibíades. Pericles. Séneca. Abrahán Lincoln. Gandhi: son nombres apenas que ellos olvidan cuando están frente al cacique escuchando sus arengas. No defienden los ideales de libertad, no son solidarios con los más desprotegidos porque ello significa lealtad y ésta se traduce en recompensa. Son políticos. Materia degradable. Reciclable, como sus bolsillos. 
Algunos –en cambio- son pragmáticos. Asumen retos, organizan equipos de trabajo, asignan responsabilidades, toman tiempos, cumplen metas con mano dura; mas al darse cuenta de que ello va contra corriente, renuncian a tiempo y se alejan con la satisfacción del deber cumplido. Son pocos para distinguirlos en la abultada maleza, pero existen. Los otros anuncian (no redactan ni añaden una coma) las leyes, van a las entrevistas, buscan su mejor perfil ante las cámaras, donde vociferan, sudan y manejan con cautela su lengua porque saben que una declaración o acción indebida pone en riesgo sus cargos, y volver allí cuesta mucho, o quizás nunca vuelvan.

Ellos no tienen horizonte en sus vidas sin el ejercicio de la política, porque no fueron educados -igual los artistas y los poetas- para generar riqueza, sino para llenar sus barrigas y alimentar sus egos, vestidos hoy con las ropas de ministro, mañana jefe de rentas públicas, o simples abogados del poder, aunque renieguen de sus profesiones. Y así como vienen, se van y pronto aquel sitio es ocupado por otra “estrella” fugaz.
Imaginemos a los integrantes del nuevo elefante blanco, denominado Consejo Ciudadano, por ejemplo, o la Corte Constitucional. Si revisamos la vida profesional de cada uno de sus miembros, veremos que el ingreso allí es la culminación brillante de sus carreras; luego -con docilidad a los mandatos del partido- vendrá un ministerio, aduanas, rentas, telecomunicaciones, la fiscalía…siempre y cuando, el sector político al que pertenecen y defienden tenga peso suficiente como para exigir su tajada al gobierno de turno. Luego nada. Volverán a sus cátedras, a sus estudios jurídicos, a la monotonía de sus empleos.
Los empresarios, en cambio, están educados para hacer dinero y verlo multiplicarse rápido, sin importar los medios. No les interesa ser ministros o vocales de institución alguna, (aunque en su formación académica aprendieron retorica también), que para ello están los “revolucionarios.” Una vez ganadas las elecciones, aumentan igual sus negocios y ganancias, reclutando siempre nuevos políticos a sus planillas de trabajadores. Crecen con el estado, es cierto, pero aun cuando sus empresas fracasen, algo improbable, ellos cambian pronto de actividad, fusionan capitales, se alían a consorcios extranjeros para obtener contratos aquí, sin licitación alguna, o con ellas (pero amarradas), y sin levantar sospechas; adquieren acciones en Wall Street, propiedades inmobiliarias en sitios estratégicos; compran deuda “ilegitima” nacional y logran que el país les pague hasta el último centavo, venden seguros para el área petrolera, maquinaria. Reciben jugosos contratos para ampliar la red vial del país, construir aeropuertos, puentes, importan medicamentos, insumos para la agricultura, tecnología... fundan, se adueñan de partidos políticos para crecer sus consorcios. Y su realización personal no es ser embajadores o cónsules en algún país lejano de Asia, sino ver sus nombres en el libro de Forbes como empresarios exitosos con negocios y capitales en continuo crecimiento.
Unos van a saludar y a tomarse la foto con Barack Obama, tal un sueño cumplido; y otros, a sentarse con él para hablar de negocios. He aquí la diferencia entre ambos sectores.

Mittwoch, 9. Februar 2011

Amanecer en Hangzhou

Tomado del libro: ENCUENTROS, de Rafael Marcelo Arteaga, Gaya Editorial, primera edición 2009, México City.





Estoy escapando de un mundo
que no pudo detenerme
y me vio partir,
como la novia de mi juventud
que  estuvo siempre a mi lado
-sin percatarme,
hasta saber de su existencia
cuando la vi feliz en brazos de su amante.

Y aún aquí, mientras voy por las valijas,
me sigue la sombra de mi madre 
-que es mi prisión, 
la casa de tierra,
donde fui un espectador de mi caída
y necesite ser hábil para huir de allí,
comprar un ticket de avión
y en pleno vuelo darme cuenta
de que algo se perdió, 
-no sé si los otros sienten igual-,
algo que nuestros hijos ignoran,
pero que sigue latente en las distancias,
hasta volverse en un karma,
y es esa constante desolación
que, cuando la nave toca tierra,
pesa más que nuestros huesos
con todo su equipaje.

Y como un prisionero cuenta las horas
que le faltan para ser libre,
y antes de ir a dormir traza una x
en la pared por cada día vivido,
y despierta con asombro a la mañana siguiente,
mirando el sol en el patio del vecino,
que es libre y puede amar a su mujer,
así espero yo la ocasión de escapar de ella.

El oficial me entrega el pasaporte.
Yo respiro con alivio. Tomo mis pertenencias,
y vuelvo a mirar al avión, listo para otro viaje,
al cálido sol de la mañana en los cristales
–aunque la tripulación haya informado
de bajas temperaturas afuera;
busco las puertas de salida y sé
que la nostalgia de hoy
será también la nostalgia del futuro,
igual que el aceite o el diesel para los motores.

 












Walking around the English Park, at West Lake, in Hangzhou.